Así sucede el acoso
El Uniandino investigó casos de abuso de poder, maltrato y acoso sexual en facultades de medicina y hospitales universitarios de Bogotá, Cali y Medellín. Recogimos y documentamos 13 casos de acoso sexual y 13 casos de maltrato. Reunimos fotografías, conversaciones de WhatsApp y documentos. Además, hablamos con testigos, directivos de cinco hospitales universitarios, directivos de cinco facultades de medicina, psicólogas expertas, médicos, profesores y 52 estudiantes de medicina, principalmente mujeres.
Parte I
Una cercanía obligada
La primera semana de la rotación de medicina interna en el
Hospital San Vicente Fundación de Medellín, Daniela estuvo sola
con el Dr. P. El doctor, inicialmente serio, se volvió "todo
charlatán, todo coqueto. Empezó a tocarme la cintura, pero raro,
tocando donde marca el brasier, muy cerca a los senos, tocándome
la pierna y apretándola", cuenta Daniela. Además, le preguntó
cuál era su usuario en Instagram, la siguió y le dio "me
gusta" a varias de sus fotos.
La siguiente
semana, para su alivio, le tocó con un doctor diferente. Pero P le
escribía por WhatsApp, preguntándole si lo extrañaba. "Le
dije: no te extraño, y no le volví a responder. Vi que el man era
raro, lo dejé de seguir en Instagram y lo eliminé como
seguidor".
Las relaciones entre profesores y
estudiantes dentro de las facultades de medicina juegan un rol
fundamental en la formación médica. No solamente porque los
primeros son docentes, sino también porque más adelante se
convertirán en colegas. Ambos grupos interactúan dentro de lo que
podría considerarse normal en cualquier facultad hasta que llega
el ciclo clínico, donde los estudiantes empiezan a rotar en los
hospitales y deben pasar mucho tiempo junto a sus profesores.
Entonces todo cambia.
"En el ciclo básico los
grupos tienden a ser grandes: de 50, 60 y hasta 100 estudiantes
[...] cuando se pasa a las rotaciones clínicas, los grupos son más
pequeños. Pueden ser de tres, cuatro, cinco estudiantes",
dice Carlos Pineda, especialista en educación y director del
pregrado de medicina de la Universidad del Valle. "La
relación que se establece entre el profesor y el estudiante se
vuelve mucho más fuerte, y lo es para bien y para mal", añade
Pineda.
Cuando los estudiantes empiezan a pasar la mayoría de su tiempo
aprendiendo en los hospitales, la comunicación por WhatsApp se
vuelve constante y necesaria. Es normal que los profesores
utilicen el teléfono de sus alumnos para contactarlos dentro de la
clínica y comunicarles decisiones sobre los pacientes, pero esta
necesidad también es aprovechada por los acosadores.
-¿En
qué estás rotando ahora?
-En cirugía general doctor,
ya vimos ortopedia y pronto es el examen
-Bueno. Ahora
miro qué te puedo mandar, y disculpa el chiste del otro día, fue
un poco de humor para evitar el ambiente del hospital
-No
se preocupe doctor, yo entiendo
-Además hay cosas que
no se pueden obviar…
-¿Qué cosas?
- 🍑 y
🧠
Este fue el inicio de una conversación que, en
2019, tuvo Camila por WhatsApp con el médico con el que rotaba en
el Hospital Universitario del Valle. El doctor, en el transcurso
de los siguientes días, aprovecharía el canal de comunicación para
hacer comentarios cada vez más problemáticos. El Uniandino tuvo
acceso a la conversación completa y los apartes que vamos a
publicar a continuación fueron autorizados por la víctima.
-Para
mí no hay nada más sexy que una mujer inteligente y pues a quién
no le gusta una linda cola o unas tetas prominentes, pero no por
eso voy a arriesgar mi realidad… A menos que los escenarios sean
claros…
Camila intentó manejar la situación lo mejor
que pudo: "Es mucho más fácil opinar que tomar cartas en el
asunto. Es difícil reaccionar estando en un medio de tanta
jerarquía, donde todo se sabe. Uno piensa: mejor olvidarlo, es
preferible a estar en boca de todo el mundo". Después de
varios mensajes más, aludiendo al cuerpo de Camila y lo que
despertaba en él, el doctor concluyó la conversación de la
siguiente manera:
-Siendo más sincero, la carne me
atrae. Pero esos impulsos toca controlarlos, y más estando en una
posición como la nuestra: la estudiante y el "docente"
[...] Llevo siete años viéndolas desfilar frente a mis ojos y
créeme que no es fácil...
Este periódico pudo
establecer que el doctor que acosó a Camila actualmente es
profesor clínico de la Universidad Javeriana en su sede de Cali y
está a cargo de rotaciones en el Hospital Universitario del Valle
y la Clínica Nuestra Señora de los Remedios. Además, según nos
dijeron tres estudiantes de forma independiente, su comportamiento
es bien conocido entre los estudiantes que rotan con él.
Algunos
médicos extienden sus patrones más allá de WhatsApp. Varias veces,
como pasó con el Dr. P en Medellín, siguen a los estudiantes en
Instagram, o los agregan a Facebook. En la Fundación Santa Fe de
Bogotá, por ejemplo, El Uniandino documentó los casos de tres
estudiantes que tuvieron situaciones de este tipo con
especialistas: a una de ellas la invitaron a salir por WhatsApp, a
la otra por Facebook, y a la tercera de las estudiantes el médico
la siguió en Instagram, le dio "me gusta" a varias fotos
y empezó a responder sus historias.
Parte II
Facultades y hospitales comparten la responsabilidad
Silvana también hizo su rotación de medicina interna en el mismo
hospital que Daniela, y en el mismo mes. En la segunda semana de
rotación, cuando Daniela estaba con otro doctor, el Dr. P pasó a
trabajar con Silvana.
Ella cuenta que por esos días
tuvo que salir temprano de la rotación porque tenía un parcial en
la tarde. Esa noche, P le escribió por WhatsApp preguntándole cómo
le había ido y diciéndole que se veía muy linda sin tapabocas.
Desde ese momento empezó a decirle frecuentemente que era muy
linda, que debería pasar la ronda sin tapabocas y empezó con la
"tocadera": "Sobándome la mano, la pierna, la cara…
Llegó un momento en que prefería presentar los pacientes de pie y
no sentada al lado de él, porque esa manoseadera no me gustaba.
Tampoco me gustaba que me encontrara sola, yo me iba para donde
otros internos con cualquier excusa", cuenta Silvana.
Luego
de que tuviera un turno de noche con otro doctor, P le preguntó
cómo le había ido. Ella le dijo que bien, que no habían alcanzado
las camas del cuarto de residentes y tuvo que dormir en el cuarto
de los doctores, ella en una cama y el especialista de turno en
otra. P respondió: "Si hubiera sido yo, hubiera cerrado esa
puerta con seguro".
Aquella era la primera vez
que Silvana había tenido algún contacto con el Dr. P, pues no es
un profesor adscrito a su universidad. Lo mismo pasó con el caso
de Camila en Cali. Esto es algo muy frecuente en medicina: muchos
doctores de hospitales universitarios terminan siendo docentes de
los estudiantes que rotan allí, a pesar de no estar vinculados
directamente con alguna facultad. Son una suerte de profesores
circunstanciales.
Lo anterior es importante cuando se
trata del manejo de casos de acoso sexual. "Nosotros como
universidad no podríamos actuar directamente sobre una persona que
no está vinculada a la institución", explica Carlos Pineda,
de Univalle. Se maneja, entonces, a través de una comunicación
entre la universidad y el hospital, cuyos protocolos varían.
Julio
César Castellanos, director del Hospital San Ignacio, vinculado a
la Universidad Javeriana de Bogotá, cuenta que la facultad y el
hospital se sincronizan en el manejo de estos casos: si un médico
es sancionado por la universidad, lo sancionan también en el
hospital y viceversa. "Es complejo, a veces nos ha tocado
pagar indemnización porque la justa causa está en una entidad y no
en la otra", dice Castellanos.
El de la
Javeriana y el San Ignacio es un caso excepcional, aunque ilustra
a la perfección las dificultades de lidiar con este tema en el
ambiente educativo de la medicina. A menos que los hospitales
estén dispuestos a despedir sin justa causa a un médico sancionado
por otra institución, las universidades quedan con las manos
atadas, añadiendo un nivel de vulnerabilidad adicional para los
estudiantes expuestos al acoso. Y aumenta la impunidad, pues
aunque la universidad se asegure de que sus estudiantes no vuelvan
a rotar con el médico en cuestión, si el hospital no toma cartas
en el asunto no habrá mayores consecuencias para el victimario.
Parte III
El acoso sexual, desde el consultorio hasta la sala de cirugía
Según los testimonios que recolectamos y los casos que
documentamos, el acoso ocurre en diferentes situaciones durante la
práctica clínica. Desde las salas de cirugía hasta los pasillos de
hospitalización, pasando por la consulta externa, donde el
estudiante puede pasar varias horas en un consultorio con el
docente.
Así le sucedió a una estudiante de la Universidad de los Andes
durante una jornada de consulta de ginecología en un centro
ambulatorio de la Fundación Santa Fe. Aunque en su grupo de
rotación había otros tres estudiantes, todos hombres, fue ella
quien terminó sola con el docente, pues él mandó a sus tres
compañeros a otro consultorio. "[El doctor] era
innecesariamente tocón, un asco. A los pacientes les decía
'ay, la doctora tan bonita' y cosas así. Todo demasiado
inapropiado", le dijo la estudiante a El Uniandino. En un
punto, ya finalizada la consulta, con el resto del grupo de
rotación estaban discutiendo sobre el dolor pélvico y el docente
aprovechó la ocasión para tocarle la pelvis a la estudiante sin su
permiso.
Algo similar le sucedió a una estudiante de
la Universidad de Antioquia en la consulta de cirugía general del
Hospital San Vicente Fundación. El cirujano la saludó diciendo
"uy, hoy me premiaron", y acto seguido la abrazó:
"De esos abrazos que vos sentís que te están tocando todo,
que te empiezan a tocar la espalda y el cabello", cuenta
ella.
Durante la consulta el comportamiento del
docente siguió por la misma línea: "Cada vez que me levantaba
se quedaba mirándome el culo [...] Para pedirme que llenara los
papeles no faltaba la tocadita de mano o de pierna debajo del
escritorio. Me decía: vaya pues mi amor, usted está muy dormidita
hoy, ¿o es que la tengo nerviosa?", cuenta la estudiante.
Incluso lo hacía frente a los pacientes, llegando a cogerle la
mano y decirle "está muy fría, eso hace falta que la
calienten". Además, cada vez que cambiaban de paciente el
cirujano cerraba el consultorio con seguro.
"Uno
se siente muy incómodo porque estás encerrada en un consultorio
sola con un doctor que no hace sino tocarte", nos dijo la
estudiante, quien luego mandó una carta al hospital denunciando la
situación, pero nunca se enteró qué pasó con el proceso. Hoy el
cirujano sigue en el hospital, rotando con estudiantes.
El
acoso también sucede en los quirófanos. El Uniandino supo de dos
casos de estudiantes en la Fundación Santa Fe que sintieron que
los doctores las tocaban de forma inapropiada durante una cirugía.
En uno de los casos, la estudiante había llegado tarde ese día a
la rotación. "[El doctor] me dijo que tenía que hacerle un
trabajo individual por cada minuto de tardanza, y me guiñó el
ojo".
Otro escenario para el acoso son las
rotaciones de hospitalización. Así lo cuenta una estudiante de la
Universidad del Rosario en Bogotá. A comienzos del 2020, un médico
en el Hospital Universitario Mayor - Méderi le pidió examinar a un
paciente. "El doctor estaba parado al lado de la cortina y no
había espacio. Me dijo que fuera a ver al paciente, pero no había
por dónde pasar", cuenta. El doctor no se movió y le volvió a
repetir que pasara en un tono amenazante. Ella avanzó
"literalmente restregando la cola y el tipo no se
quitó".
La estudiante le contó a otro profesor, a
una psicóloga de la universidad y más tarde a la coordinadora de
la materia. Le ofrecieron dar un taller en clase, hablar con el
hospital y alertar al coordinador de educación médica. "Hoy
es el día en el que nunca volví a saber nada".
A
Daniela, que no veía a P desde la primera semana de rotación, le
volvió a tocar con este doctor al final del mes. Pero esta vez no
estaba sola, con ella estaba rotando Valentina que en esos días
pudo presenciar el acoso de primera mano. "Cuando mandaron la
lista de los doctores con los que íbamos a estar y yo le dije a
Daniela que nos tocaba con P, noté que se puso muy seria. Le
pregunté qué le pasaba y ella se puso a llorar", cuenta
Valentina. "Estaba muy preocupada, muy incómoda, llorando. Yo
le prometí que no la iba a dejar sola con él".
Valentina
cumplió su promesa. Tanto así que P, en un momento de la rotación,
le dijo a Daniela: "Ya me di cuenta que no te quiere dejar
sola conmigo". El acoso era evidente, según cuenta Valentina:
"El doctor se le acercaba mucho, le ponía la mano en la
pierna, pero no en la rodilla sino casi llegando a la entrepierna.
Le acariciaba los hombros, cuando caminábamos le ponía la mano en
la espalda, pero bajito. Era horrible, ese señor era pasado con
ella".
Al finalizar el mes, las estudiantes
debían pedirle a algún doctor con el que hubieran rotado que las
calificara. Daniela y Valentina comentaron esto durante la
rotación y P las escuchó. Esa tarde, el doctor le escribió a
Daniela por WhatsApp. El Uniandino cuenta con las capturas de
pantalla de la conversación completa, que citamos con autorización
de Daniela:
-Si quiere la califico. Necesito la hoja
[de calificación] y foto de cuerpo entero.
Daniela no
respondió, y pasadas dos horas P le volvió a escribir:
-¿La
asustó el comentario? Jejeje
-Me pareció raro,
incómodo -le contestó ella.
-Jajajaja perdón, pero si
quiere la califico... De verdad, usted me avisa.
De
nuevo, la estudiante no dijo nada. Al otro día en el hospital, el
Dr. P le preguntó nuevamente por qué no había respondido su
mensaje. "'No importa, yo la califico, no se lo tome tan
en serio', eso le dijo en frente mío. El man no tiene
decencia", cuenta Valentina. Finalmente, Daniela pudo obtener
una calificación de otro doctor.
Silvana, por otro
lado, no pudo hacer lo mismo, pues había estado la mayor parte de
la rotación con el Dr. P y era él quien debía ponerle la nota. Lo
contactó por WhatsApp para pedir su calificación, y P le dijo:
"Discutamos la nota con un café". Por segunda vez en
menos de una semana, P aprovechó su poder sobre la nota y la
cercanía obligada de la rotación para pedirle a una estudiante
algo que la hacía sentir incómoda.
"Cuando la
gente no está en esa situación no entiende. Dirán que es muy
fácil, que simplemente es decir que no y ya", le dijo Silvana
a El Uniandino. "Pero es muy difícil, yo no sabía qué hacer
ni cómo reaccionar. Y como estudiante uno siente mucha presión,
porque piensa 'este man me va a calificar, si me pongo de
grosera me tiro la rotación'".
Luego de que
se terminó la rotación, P siguió escribiéndole por WhatsApp tanto
a Daniela como a Silvana, preguntándoles si lo extrañaban,
comentando cómo se veían en las fotos de perfil y reclamándoles
cuando lo ignoraban, pues ambas eventualmente dejaron de
responderle.
Daniela denunció al Dr. P en el
hospital. Todo esto sucedió en el 2020. Al día de hoy no sabe en
qué quedó el proceso o si hubo siquiera uno para empezar. El
Uniandino pudo comprobar que P sigue trabajando en el Hospital San
Vicente Fundación y le siguen asignando estudiantes.