Una comunidad en silencio
El Uniandino investigó casos de abuso de poder, maltrato y acoso sexual en facultades de medicina y hospitales universitarios de Bogotá, Cali y Medellín. Recogimos y documentamos 13 casos de acoso sexual y 13 casos de maltrato. Reunimos fotografías, conversaciones de WhatsApp y documentos. Además, hablamos con testigos, directivos de cinco hospitales universitarios, directivos de cinco facultades de medicina, psicólogas expertas, médicos, profesores y 52 estudiantes de medicina, principalmente mujeres.
Parte I
La normalización de la violencia
Alicia entró al cuarto de descanso de los especialistas, a eso de
las dos de la mañana, en busca de un computador para hacer el
papeleo de un parto que acababa de atender en un prestigioso
hospital de Cali, cuyo nombre nos hemos abstenido de publicar por
petición de ella. En el cuarto se encontraba un ginecólogo
acostado, un profesor clínico. Alicia no prendió la luz para
evitar molestarlo, y se fue directo al computador. "Entonces
el man se para frente a mí, con todas sus partes íntimas en mi
tórax, y me dice: ¿tú eres juiciosa con tu novio?".
En
el cuarto no había nadie, los compañeros de rotación de Alicia
estaban en la cafetería y ella había aprovechado para adelantar el
papeleo. "Sí, doctor, por supuesto", le dijo a su
profesor. "El man me corre la silla, me coge del cuello con
su mano gigante y me dice: yo no creo que tú seas tan
juiciosa". Alicia termina su relato diciendo: "Ese
momento ha sido de las únicas veces que he sentido que me iban a
violar. Todo lo que creí que podía hacer si me atacaban se esfumó
y lo único que me invadió fue el pánico".
"Lo
que mantiene el abuso son las relaciones jerárquicas y una cultura
sexista en donde las mujeres siguen siendo vistas como un objeto
sexual", nos dijo Ana Lucía Jaramillo, investigadora y
psicóloga clínica quien es además experta en violencia y acoso
sexual en contextos universitarios. "Sigue muy presente el
discurso de que 'no' significa 'tal vez', que
las mujeres son rogadas pero quieren, o en últimas que el instinto
sexual masculino es incontrolable".
Para
Jaramillo, si se quiere entender el problema hay que mirar el
conjunto de valores compartidos que se trasladan al contexto
particular. Es decir, si una sociedad es sexista ese
comportamiento probablemente se extenderá a todos sus espacios, y
las facultades de medicina y los hospitales universitarios no son
ajenos a esto. "Las relaciones de poder y la cultura nos
convencen de que la versión del abusador es la cierta, y [la
víctima] termina pensando que si dice algo va a quedar mal porque
cree que tuvo alguna responsabilidad", afirma la experta.
"Uno
aprende a ser machista, clasista, racista y xenófobo. Aprende a
ser violento, es lo que te enseñan". La que habla es una
estudiante de medicina de octavo semestre de la Universidad del
Rosario en Bogotá. Ella ha sido abierta sobre el maltrato verbal y
las agresiones de género que se pueden experimentar en el ambiente
médico desde que las vivió. "Doctora, ¿usted es
transexual?", fue la primera pregunta que le hicieron durante
un parcial oral en la rotación de cirugía general en el Hospital
Universitario Mayor - Méderi. "Y como le respondí que no, me
valió el punto", dice la estudiante. "Al final del
parcial me dijo: 'Su parcial fue muy bueno, le sirvió el
corte de pelo de hombre. Quitarse el pelo le dio más espacio para
tener conocimiento'".
"Una vez me pasó
en cirugía que tuve problemas para usar una cámara, es un aparato
complicado, y como no pude el doctor cogió las tijeras y me pegó
en la mano. Yo no dije absolutamente nada, me quedé callada"
dice una estudiante de medicina sobre el episodio que experimentó
en el Hospital El Tunal de Bogotá.
"Históricamente
se ha dado un proceso de aprendizaje basado en la humillación, se
creía que ser muy fuerte en la relación con el estudiante era lo
que se tenía que hacer", dice Carlos Pineda, director del
pregrado en medicina de la Universidad del Valle y especialista en
educación. "Esto no es un fenómeno colombiano, ni siquiera
latinoamericano, está descrito en la literatura de educación
médica a nivel mundial", agrega el especialista.
Una
enseñanza altamente jerarquizada, con una tendencia histórica a
normalizar la violencia, termina configurándose en el caldo de
cultivo ideal para que afloren situaciones de abuso de poder,
maltrato verbal y finalmente acoso sexual. "Te dijeron que te
cuidaras de los 'profes', porque algunos iban a
sobrepasarse y harían propuestas inapropiadas… Y para ser directo,
te las harán", le dijo a Camila el profesor que la acosó,
como contamos en el capítulo anterior.
La pregunta se
vuelve entonces qué hacer para evitar que persista el problema, y
según los casos documentados por El Uniandino y las fuentes con
las que hablamos, hay que empezar por discutir la impunidad.
Parte II
Impunidad o agachar la cabeza
Fuentes oficiales de cuatro facultades de medicina y cuatro
hospitales universitarios, repartidos entre Medellín, Cali y
Bogotá, coinciden en que la frecuencia de las denuncias que
reciben anualmente por abuso de poder, maltrato y acoso sexual es
baja. De los 26 casos que documentó El Uniandino en estas tres
ciudades, solo cinco fueron denunciados. Del total, 13 casos
fueron de acoso sexual. De estos se denunciaron dos.
Una
barrera para denunciar es el poder de la nota que tiene el
profesor sobre el estudiante. Carlos Palacio, decano de medicina
de la Universidad de Antioquia, argumenta que el modelo de
calificación ha ido cambiando a "evaluaciones que muchas
veces son consensuadas con el estudiante y discutidas con el grupo
profesoral", de manera que no quede en manos de un solo
docente. Sin embargo, en varias rotaciones todavía es
relativamente común que sea un solo docente el que ponga la nota,
como le sucedió a la estudiante de la U. de A. que fue acosada en
un consultorio, cuya historia contamos en el capítulo dos. Su
nota, como nos confirmó ella, quedó enteramente en manos de su
acosador.
Pero este no es el único problema. "He
visto casos de estudiantes que no denuncian a su profesor porque
pierden la recomendación [...] es tan importante para los
estudiantes de medicina tener esa recomendación, para el internado
o la residencia, que influye mucho" dice Efraín Noguera,
profesor clínico de la Universidad de los Andes en Bogotá.
"La
verdad yo no quiero tener problemas con ese doctor, a mí me da
miedo la influencia que él pueda tener para que yo pase a la
residencia", nos dijo una estudiante de Los Andes cuyo
testimonio sobre horarios extenuantes y malos tratos de los
especialistas compartimos en el primer capítulo. "Qué peye
tener miedo de eso, me da rabia conmigo misma. Pero me asusta
porque ese man tiene mucha influencia", agregó.
"Una
de las barreras para la denuncia es la posibilidad de que más
adelante pueda haber una nueva exposición al agresor [...] el
alcance de la influencia negativa de algún profesor sobre la
carrera profesional tiene posibilidades de trascender fuera del
ámbito local de trabajo" dice por su parte Natalia Mejía,
decana de medicina de la Universidad de los Andes.
"Mi
pensamiento inmediato fue: no quiero cagarme la carrera, y era lo
que iba a pasar si denunciaba", cuenta Alicia sobre el acoso
que vivió aquella madrugada en la rotación. "Yo lidero un
grupo de mujeres a las que les pasa esto todo el tiempo y sé que
si hablas no te creen. Te dicen que el doctor jamás haría algo
así, que el doctor tiene esposa", dice sobre su decisión de
no denunciar al profesor.
Lo anterior es claramente
un problema, pues, en palabras de Pineda, "todos los
mecanismos dependen de que los estudiantes hablen [...] no podemos
hacer nada si los estudiantes no lo comunican". Sin embargo,
también hay razones para no denunciar incluso cuando se supera el
miedo inicial de hablar, pues algunas veces las medidas de
respuesta en facultades y hospitales se soportan en la existencia
de un conducto regular diseñado para resolver varios tipos de
conflicto, cuya utilidad en estos casos es limitada.
"Si
hay un caso grave se abre un proceso disciplinario. Si se logra
comprobar, que es difícil porque el docente dice que no y el
estudiante que sí, entonces hay sanción para el docente [...] pero
siempre partiendo del principio de inocencia, porque los
estudiantes muchas veces enmascaran su bajo rendimiento académico
en maltrato", nos dijo Ricardo Posada, decano de medicina de
la Universidad CES en Medellín.
Específicamente sobre
los casos de acoso sexual, Posada dice que "es muy difícil de
demostrar. Tiene que haber testigos, porque desde los inicios de
la medicina se acusó a los médicos de abuso sexual y muchos de
esos casos nunca se pudieron demostrar [...] También hay
estudiantes que pueden abusar de su atracción física para
conseguir una nota".
"Nunca hablé con nadie
porque me imaginé que la respuesta iba a ser algo de apoyo, pero
no iba a pasar nada", nos dijo la estudiante de Los Andes que
fue acosada en una consulta de ginecología, como contamos en el
capítulo anterior. "En verdad nadie reporta, porque muchas
veces lo ven a uno como exagerado porque no fue acceso
carnal".
Cuando de hecho hay iniciativas para prevenir el abuso y el acoso
en hospitales y facultades, estas giran alrededor de talleres,
cursos de pedagogía y protocolos de atención.
En la
Universidad ICESI de la ciudad de Cali, por ejemplo, ofrecen
acompañamiento emocional a sus estudiantes, mientras que la
Fundación Clínica Valle del Lili, asociada a la ICESI, hace una
jornada de humanización y cuenta con un comité al que llegan
alertas tempranas para atender situaciones de todo tipo. Y la
Universidad de Antioquia desde 2018 implementó una estrategia de
prevención de violencia basada en género, con actividades de
sensibilización y una ruta de atención.
Por su parte,
la Universidad de los Andes cuenta, entre otras cosas, con un
protocolo específico para tratar temas de maltrato y acoso,
mientras que la Fundación Santa Fe de Bogotá, asociada a Los
Andes, tiene un comité de ética donde se pueden llevar estas
denuncias. Recientemente, ambas instituciones empezaron a
implementar una estrategia de caracterización, educación y
vigilancia, de la que hace parte una encuesta que se hizo el año
pasado.
"Habría que averiguar los resultados [de
la encuesta]. Seguramente todos contestamos que somos muy
respetuosos y que nunca maltratamos a nadie y nunca hemos sido
testigos de maltrato. Y tendríamos que reconocer que somos unos
grandes mentirosos", nos dijo un médico especialista de la
Fundación Santa Fe, cuyo nombre nos abstenemos de publicar para
evitar consecuencias negativas dentro del hospital.
Las
medidas anteriores están extendidas en cuatro hospitales y cuatro
facultades que estudiamos, pero su eficacia varía de un lugar a
otro, y en muchos casos está todavía por determinarse. De hecho,
para Julio César Castellanos, director del Hospital San Ignacio,
vinculado a la Universidad Javeriana, "esto no es un tema de
capacitación, es un tema de respeto por la dignidad
humana".
Para Castellanos, el tipo de medidas
que más abundan no son suficientes como respuesta al fenómeno y
muchas veces terminan siendo dañinas: "El conducto regular es
para lo regular [...] nos hemos vuelto capacitadores de un montón
de excusas, en vez de ser severos con las conductas
inadecuadas". Y termina diciendo: "Si las personas
acosadas no son protegidas por las instituciones, y si el acosador
no es castigado con sanciones reales, el problema se va a
perpetuar".
"Venimos hablando toda la vida
que en los hospitales, y específicamente en el nuestro, hay
profesores que son depredadores sexuales. Y sabemos quiénes son:
nombre y apellido, especialidad y subespecialidad, todo el mundo
sabe quiénes son", nos dijo el especialista de la Fundación
Santa Fe cuya identidad hemos protegido. "Entonces se podrían
hacer más cosas, se podría trabajar más", termina
diciendo.
A veces pareciera que se subestima el
asunto. Esto se evidencia, por ejemplo, en las respuestas que
recibimos del Hospital San Vicente Fundación en nombre de su
director, Diego José Duque. "La medicina no es un campo del
conocimiento particularmente identificado como de mayor
vulnerabilidad para este tipo de situaciones", reza el
documento que nos enviaron respondiendo a nuestras preguntas.
"No hay barreras que impidan que los estudiantes realicen sus
denuncias", agrega.
Aunque Duque afirma que los
canales disponibles son suficientes para enfrentar el problema,
según lo que encontramos en la investigación, el proceso para
manejar las denuncias no siempre se cumple. Según el director, una
vez se recibe la queja, el asunto se gestiona entre la universidad
y el hospital "siguiendo los procesos definidos y se
involucran las áreas que sean necesarias para darle manejo a la
situación".
Daniela, cuyo caso relatamos en el
capítulo anterior, realizó la denuncia en el Hospital San Vicente
Fundación. Pero, como contamos, nunca la volvieron a contactar del
hospital ni supo en qué quedó el proceso si es que hubo uno.
Pudimos constatar, además, que su universidad tampoco se enteró de
la denuncia según nos confirmó el decano de medicina de su
facultad. Y el médico que la acosó, como ya dijimos, sigue en el
hospital y a cargo de estudiantes, al igual que el médico que
acosó a la estudiante en un consultorio, caso que también fue
denunciado.
En cuanto a las otras instituciones donde
documentamos casos de maltrato o acoso, El Uniandino se puso en
contacto con la decanatura de medicina de la Universidad Javeriana
de Bogotá, pero no recibimos respuesta. En la decanatura de
medicina de la Universidad del Rosario nos dijeron: "Nos
abstendremos [de contestar preguntas] en esta oportunidad por
cuanto estamos adelantando un análisis similar".
Por
su parte, la decana de la Universidad de los Andes nos dijo que
hablaba en nombre propio y del director de la Fundación Santa Fe
de Bogotá, Henry Gallardo. Aunque contactamos en repetidas
ocasiones a Gallardo directamente, nunca recibimos respuesta.
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"Yo tenía que seguir el turno con ese doctor hasta las siete
de la mañana y no lo volví a ver hasta esa hora", cuenta
Alicia. "Él se levantó a entregarle turno a los siguientes
doctores y estaba como si no hubiera pasado nada: '¿cómo
estás, Alicia, qué más?'. El man estaba tranquilo, jueputa, y
yo muerta del susto pensando que me podía violar o me iba a hacer
cualquier otra cosa". Antes de terminar Alicia repite una
frase, haciendo énfasis en cada una de sus sílabas: "Como si
no hubiera pasado absolutamente nada".